Están soberanamente locos, hasta el punto de montar un karaoke con sus propias canciones y liarla pardísima en pleno Retiro. Y quien dice Retiro dice La Riviera o cualquier escenario de un festival. El caso es que la locura engancha que flipas, y más cuando estos chavales, que vienen de otras propuestas de alto nivel como St. Woods, Alavedra, Tiburona o Jack Bisonte, publican un primer EP deslumbrante titulado Grandes Éxitos. Nos fuimos a Vanana Records para charlar con Niños Bravos y ya te adelantamos que el propio Nino estaría más que orgulloso de esta gente.
¿Qué tal estas semanas frenéticas?
Muy contentos, en lo personal viviendo momento dulce y, con respecto al grupo,, que es lo que nos ocupa, pues mucho mejor de lo que habíamos soñado nunca. ¡Es lo que tiene no soñar! Hacía mucho tiempo que no soñábamos, porque en su momento soñamos con nuestros otros grupos y en un momento dado dejamos de soñar y dijimos: esto ya… También es cierto que vimos a los Artic Monkeys triunfar a los 18 años, dijimos, o triunfo a esa edad o no triunfo. Luego vimos a los Strokes triunfar a los 22 y dijimos, o triunfo a los edad o no triunfo. Y cuando pasamos los 30 nos preguntamos: ¿estamos teniendo éxito? Pues todavía no, pero hay una expectativa. El éxito tiene muchas caras, pero es cierto que los resultados ahora mismo son más altos que las expectativas. La sensación aún así es que estamos arrancando, y el EP lo sentimos más como un cierre de capítulo que abarcó el nacimiento del grupo, y ahora estamos en un proceso de asentarnos, de prepararnos para la Sala El Sol en septiembre, de seguir escribiendo el disco y de notar cómo todas las cosas se están colocando en el lugar perfecto para que estemos cómodos haciendo esto.
Hablabais del pasado y, de repente, os veis en un karaoke pegando gritos mientras una voz en off dice: hola, somos Niños Bravos y os estaréis preguntando cómo hemos llegado hasta aquí.
Hemos tenido grupos por separado y ilusiones por separado. Cuando nos juntamos, lo hacemos en una habitación simplemente para pasárnoslo bien y, a partir de ahí, ha ido muy rápido, a pesar de que hayan sido dos años. Lanzamos un single (Unavailable), empezamos a enganchar unos con otros, de repente estábamos dando muchos conciertos, nos ficha Vanana, cerramos incluso más conciertos y editamos un EP en físico. El movimiento que estamos experimentando de un año a esta parte ha sido exponencial a nivel de curro y también a nivel de resultados. ¡Y de estrés! Todos veníamos de etapas maduras en nuestras bandas, más o menos, y esto ha sido una especie de rejuvenecer, de alborozo juvenil para los cuatro. Estamos viviendo una cosa que nos pilla en un momento rarísimo, porque no sé si a esta edad se puede… Bueno, sí que podemos. ¡Aún somos muy jóvenes! Estamos viviendo cosas que, insistimos, habíamos soñado con 18. Cada vez que nos lo preguntan, lo vemos como un poco cliché, es la verdad. Es la primera vez que hacemos algo por pasárnoslo bien sin tener la pretensión de tener unos resultados determinados en esta industria, tales como tocar “aquí”, sacar “esto”, llenar “esta sala”… Lo hacemos literalmente por las risas, y a la vez lo sentimos como el proyecto con mayor repercusión. De hecho, el punto en el que hemos estado estos últimos meses es el de intentar mentalizarnos de que el grupo ahora es una cosa seria, que requiere de un trabajo extra y de una visión empresarial. Y todo esto teniendo en cuenta la preocupación o la necesidad constante de los cuatro de no perder esa sensación de que estamos haciendo algo que nos hace bastante risa y que por eso nos apetece hacerlo.

Esto de relajarse y hacer al fin lo que a uno le nace musicalmente parece una constante, casi como algo generacional.
Es que en el momento en el que te liberas, empiezan a funcionar las cosas. Hay tanta obsesión… Que es normal querer aspirar a cosas, muchos también queremos eso, pero hay mucha obsesión por los resultados rápidos y por esa idea de tenerlo todo y tenerlo ya. Creo que cuando empiezas con un grupo, al final, por mucho que digas que te da igual, siempre quieres salir en playlists, quieres tocar en sitios, y quieres que la gente te reconozca. No sentimos que nuestros proyectos anteriores sean fallidos, sino que en ellos el foco está demasiado en la eficacia. Y nos sentimos un poco Mr. Wonderfull, pero creemos que una de las claves en Niños Bravos es que la gente en los conciertos siente realmente que nos lo estamos pasando genial, que en las canciones nos da absolutamente igual reírnos de nosotros mismos y que esa despreocupación por querer gustar es justo lo que hace que podamos sobresalir de la norma. ¡O no, quién sabe, estamos hablando sin pensarlo mucho!
¿Dónde grabáis y de qué forma el disco?
Nuestro proceso creativo y estratégico sigue siendo un poco el mismo. Ahora que la realidad es Vanana, obviamente lo cambia todo un poco, porque vamos más preparados y con una mayor estructura. Pero no han sido canciones que lleven hechas mucho tiempo, es decir, de todas las canciones que hemos sacado, el máster se ha terminado apenas a tres semanas o un mes de su lanzamiento, con el mínimo que te pide Spotify para que las envíes, básicamente. En relación a la composición, no hemos hecho lo típico de llevar un año con la canción compuesta y luego publicarla. No somos un grupo muy de en el local hacer las canciones y ver qué se nos ocurre, somos más de quedar en el estudio de Dani y jugar, ver qué se nos ocurre, desarrollar ideas que alguien pueda tener. Este es un grupo de estudio, algo que no es muy común. Componemos y producimos a la vez, y si nos ves en el estudio verás a una banda súper enfocada en conseguir un sonido y en desarrollar referencias. Obviamente suma la ventaja de que tenemos (que les pasa a otros artistas también) nociones de producción, es decir, somos productores, entonces al final no somos un grupo per se que tiene que hacer sus maquetas, definirlas en un local o en casa y luego tienes que reunirlo todo para irte a un estudio para trabajar con un productor que te saque el sonido.
En cambio, nos está pasando ahora que estamos haciendo el proceso a la inversa: estamos intentando en el local hacer como un directo que vaya al mismo tono del EP, pero que sea diferente… ¡Es algo medio raro y medio guay! Tenemos las canciones bien maquetaditas y bonitas y tan pensadas para cómo tiene que ser un sonido de estudio y luego nos decimos: vale, ahora vamos a desbrozarlas, vamos a darles vueltas y vamos a tirar del hilo de estas secciones, nos comemos esto, alargamos esta otro, para que en el directo suene potente o simplemente lo podamos adaptar y sea divertido. Funcionamos como una democracia, lo cual es una putada, porque siempre viene bien un líder, que no un dictador. Los dictadores funcionan muy bien en los grupos porque todos saben lo que esa persona quiere y se tira con eso. En nuestro caso puede que haya líderes en ciertos ámbitos, pero la realidad es que casi siempre que hay que elegir entre A y B, hacemos C. Como vamos a poner pucherito si no es la opción que nos gusta, casi siempre acabamos rompiéndonos la cabeza para encontrar una opción que nos guste a todos, algo que es mágico y con resultados increíbles, pero es algo muy cansado. Es un sobreesfuerzo que una vez terminemos de pillar esa dinámica nos saldrá solo, dentro de que somos un grupo que producimos una increíble cantidad de gilipolleces, y eso destensa mucho la necesidad de llegar a una conclusión. Al final nos quedamos con lo que más nos gusta a nivel sonoro, sobre todo la que más gracia nos hace.
Y lo divertido lo lleváis a un instrumental también divertido, sin perjuicio de la seriedad que imprimís en lo que hacéis.
Tenemos un decálogo aún no muy definido: casi todo tira a lo teatral, todo tiene que dejar una impronta de la emoción que estás intentando generar, y la letra tiene que ir ligada la música. Siempre hacemos además lo que llamamos “el momento Niños Bravos” en las canciones: en una parte de ellas hay un comentario que es una tontería o una parte instrumental fuera de contexto que no tiene nada que ver con el resto y que parece sacada de una película… Son cosas diferentes que te sacan de la canción y te mantienen alerta. Al final, más que canciones, es contenido para entretener. No nos quedamos solo con que el vídeo entretendrá o que lo hará la letra por sí misma. Todo como conjunto está hecho para que te quedes, para que disfrutes de esos dos minutos y medio y no sea una canción más de la que te puedas acordar del estribillo y ya. Queremos que para ti sea un pequeño viaje. Y sí, nuestra música no tiene sentido sin los vídeos. Consideramos que no calaría igual el mensaje del grupo.

Anotamos como básico ver los vídeos.
El primer público al que queremos agradar cuando hacemos todo esto es al que formamos nosotros cuatro. Disfrutamos tanto haciéndonos gracia los unos a los otros que, al final, esa intención de tener el momento de niños bravos, que el vídeo vaya acorde, el entretener, el ofrecer un contenido… Lo hacemos así porque no deja de ser un plan de cuatro amigos que juegan a ver quién hace reír más al otro. Tener un concepto profesional de la música y de la performance, del show, tiene sentido porque hay siempre un momento cómico en el que el mismo concepto de destensa. Al final estamos aquí por la risa, estamos aquí para divertirnos y divertir a la gente. Lo importante es pasárselo bien.
Finalicemos esta velada comentando algún detalle de la quinta pista: Soy un tardón.
Los conceptos de las canciones no son cosas premeditadas, es decir, nacen de momentos genuinos. Nos pasó con Unavailable, que se le ocurrió a Dani yendo yo en moto. A alguno nos costó entender el juego de palabras hasta pasados un par de meses (risas). Soy un tardón también salió en la moto, obviamente llegando tarde. Son momentos en los que se te queda una idea que está guapa y que podría convertirse en un meme o que podría formar parte de una reflexión. En este caso la cosa empezó como una idea graciosa tipo: voy a utilizar la música como un espacio donde ser tóxico y hacer las cosas mal haga gracia. Algo así da para la peli, ser mala persona pero no demasiado, tener cosas chungas que debías arreglar pero te niegas a hacerlo (que es lo contrario que te diría tu terapeuta) da para una canción. En Soy un tardón el personaje se mantiene en sus trece y nos gusta esa idea de que tan solo se limite a estar muy tranquilo justificándose. “Es que soy así”, en plan sí, soy un gilipollas. Se genera un entorno cómico que es muy divertido y que, por suerte, no se corresponde con la realidad. Y lo más importante: ¡no puedes hablar así a la terapeuta! Últimamente, cuando pensamos en todas las cosas que nos avergüenzan o de las que nos arrepentimos, pues toma, ahí hay una canción. Y la sacamos desde lo más profundo de nuestras entrañas. Decimos cosas que nos dan putísima vergüenza, pero compartimos la canción y todos dicen ¡Ay, me encanta!, al menos alguno debería preocuparse por ello. Es algo que se extiende incluso a la promo del EP: alguno pensaba que el título Grandes Éxitos llevaba consigo el juego de palabras facilón, teniendo en cuenta que era nuestro primer lanzamiento, pero al final te das cuenta de la tesitura de Niños Bravos, que se desarrollará mucho más en el siguiente disco, que radica en ese personaje pringado pero medio guay. Ser pringado es su fortaleza y consigue al final dar la vuelta desde el humor a todas esas cosas de las que se avergüenza. Si te hace gracia, pues bien, y si no es así, te vas a ir cantando las canciones de igual forma. Esto nos ha llevado a una espiral de que cada vez que contamos algo personal que nos ha ocurrido, Dani siempre dice: “eso debería ser una canción”. Ahí vuelves al punto de partida, explorando qué pasará de no resolverlo.
