Revista Sold Out > Entrevista > Tonino Carotone publica Mondo DiVino junto a Giulio Wilson (entrevista)
Tonino Carotone

Este mes tan completo en eventos y entrevistas, el hecho de poder charlar con un histórico de la música de nuestro país siempre es digno de celebrar. En este caso es Tonino Carotone quien pone el vino, los vasos los pone la oficina de Emerge y los flashes bea11trice para charlar de Mondo DiVino, un disco creado alrededor de una mesa, tan peculiar como fiestero. Por poquito no coincidimos con Giulio Wilson, cantautor y enólogo italiano que firma a pachas este trabajo. Brindamos pero no juzgamos, escuchamos y disfrutamos, abriendo botella con su navaja ancestral.

¿A qué sabe y huele este disco?

Pues a nivel sensaciones no era muy consciente de qué podía generar este disco en la gente. Tengo la premisa de publicar disco cada ciertos años, y después de la pandemia he publicado un montón de material, un disco, sencillos… No me llega la memoria para enumerar todas las colaboraciones que hemos ido sacando. Con este, son en concreto tres discos post pandémicos, las colaboraciones se dieron con artistas muy interesantes como Jhonnyboy, Piotta, Pietra Montecorvino o Lorenzo Hengeller. La verdad es que estoy contento, tanto con el vino como con el disco. El vino es diferente, de la propia bodega de Giulio. Es un trabajo que hemos hecho en comunidad, en grupo. Es un disco completo, monotemático, dedicado al vino. En la historia ancestral de la música, el amor y el vino siempre ha estado relacionado con las canciones románticas. Ese romanticismo también de defender el honor, los ideales, esas cosas que ya se están perdiendo un poquito. Me acuerdo en este punto de ciertas obras de Oscar Wilde, cuando se batían en duelo, ese rollo que va perdiendo un poco el sentido. Siempre me había hecho ilusión llevar a cabo un trabajo así. Es un atrevimiento, sobre todo al hacerlo dos artistas con personalidades totalmente diferentes. También hay que destacar que es un disco bilingüe, que es algo muy interesante aquí y allá, donde yo siempre digo que hablo ‘itañolo’ perfectamente, con el que uno se hace entender, que es lo importante, la comunicación. Hay dentro de este álbum mucha pasión, mucho espíritu, en la justa medida de todo lo que rodea al vino. Y, por supuesto, es algo para compartir. Yo abarco las cosas siempre desde un punto positivo, pacífico, de dar más que otra cosa. Me viene a la mente Pamplona, una ciudad en la que está muy presente y asociado el vino a la celebración, con personaliades literarias como Hemingway o Ava Gardner que venían a disfrutar de eso, a compartir el vino y a liberarse un poco de su vida tan vivida. Esto es un compromiso, un disco grabado en tiempo record, en apenas ocho días lo teníamos. Trece canciones terminadas en el estudio, en La Toscana, en Campaña, registrado, al ladito, en un estudio improvisado como esta misma mesa, con cuatro cacharros, dos autoparlantes profesionales y muchas ganas de hacer cosas buenas. Había una base, pero sobre todo había un punto de improvisación extremo. En la mayoría de las canciones íbamos con la melodía o con cuatro cosas. En la canción Una storia infinita, se genera una emoción improvisada, sin ir más lejos. Yo había llegado con un ataque de asma, bebí un poco de licor, un poco de vino, y me dijeron: “Tonino, escucha esto y suelta lo que tengas. Déjate llevar.” Con ese punto de sugestión musical y alcohólica, o incluso más que eso, porque el vino para mí es como un perfume que viene de dentro hacia afuera, con esos aromas, esos tonos… te inspira, te hace sentir mejor, siempre que estés ligado a esta cultura vinícola. Con esta canción, escuchando su melodía, ésta me ha inspirado a decir cosas, frases que provenían de lo más profundo de mis adentros, para poder hablar de lo infinito del amor, de una relación de un día, de una hora, de una mirada, de una sonrisa, que dura para toda la vida. Fue un inicio etílico-romántico más que profundo que, para empezar, imprime seguridad al grupo, a los cuatro que estábamos ahí, en la mesa. A partir de ahí, todo lo demás fue rodado. Hay un punto interesante, literario, además de lo bilingüe. En Marinero mareado tenemos claves literarias como una dedicatoria a Marinero en tierra de Rafael Alberti, que es una forma libertaria y liberal de expresar un sentimiento que viene a huevo. Le Stelle, en cambio, es una canción diferente, independiente, ingrávida, jugando de hecho con la ingravidez de las estrellas, con el infinito, fuera de la atmósfera, en ritmos diversos… Cuando contestaba las frases de Giulio, me vino a la mente ese punto esotérico de Lorca, algo no muy conocido, defendiendo en tantas conferencias el sexto sentido. En esta atmósfera melódica, salen esas palabras desde dentro, impersonales, un poco surrealistas, que a mí me encantan. Nadie tiene por qué saber de dónde vienen las ideas, las palabras, pero es una base de mi punto lírico, litúrgico, religioso, que es el rock and roll, que combinado con todo lo demás te permite llegar mucho más lejos.

Fotografía: @bea11trice

Al final el disco sería un ritual con el brindis como acto final.

Es una fábula, con esos preludios. Ese “A lo largo de los años…” del Preludio divino. Todo lo que he leído detrás de las botellas de vino, todo lo que simpatizo, está ahí, y se mezcla con el honor de compartir esas claves líricas con autores como Ramón María del Valle-Inclán, que era un disfrutón, un vividor de verdad, en aquellos tiempos en los que muchas cosas no estaban ni prohibidas. Me fascina en La pipa de Kif la manera que tiene de explicarse, que es algo atemporal, infinito. Por ello, empezar con esa parte, fusionarla con bossa nova… ¡Hostia, qué pasada! Por estas cosas vale la pena vivir. Ese punto creativo, en mi manera de ver las cosas, es apasionante. Y más cambiándolo de contexto, asociando todo al vino. Es un atrevimiento, insisto, y algo en lo que además jamás he dudado. Tiene que ver con mi arte y mi visión.

Una storia infinita es una ópera rock.

Yo me acordaba de mi madre, de cuando te dolía algo y no te salía decirlo. Es algo surrealista pero también sentimental, en un proceso en el que tenía que decir lo que me salía. Esto se combinaba con eso de “si no estás, me quedaré triste para toda la vida”. Define el amor, define ese sentimiento desde el punto de vista de un bebedor de vino, algo generacional de lo que me siento partícipe. La gente parece acordarse solo de aquel Me cago en el amor (con palabrota incluida), y han pasado ya veinticinco años, pero también es para toda la vida. Aquello era una expresión que quería imitar al mondo dificcile, pero aquí suena peor, aunque sea algo cultural. Una storia infinita es una canción profunda y tiene tonos musicales profundos casi imperceptibles. Este disco tiene su origen en esto, siempre con el respeto, eso sí, de llegar a un acuerdo entre todos. Cada uno éramos, por decirlo de algún modo, un taller de trabajo, melódico y poético. Luego lo hablábamos, lo debatíamos. Luego la cosa varía, aunque no mucho, con Vivo la vita intensamente, o la ya mencionada Marinero mareado, que me recuerda a amigos que se han muerto hace poco, golfos como yo. Amante con el corazón sincero, marinero, marinero… y liante con el corazón sincero. Confluyen muchas cosas distintas, que lo hacen interesante. Luego está Demasiado internet es más de pachanga, y Mamá es una canción ecléctica, alegre. La última en construirse fue Mia bella ciao, una gran retrospectiva. Te levantas y ves como cambia todo velozmente, ves esos recuerdos en blanco y negro. Mis sueños se han quedado en una foto en blanco y negro define perfectamente la nostalgia, la forma en que nos domina. Siempre he tenido una teoría del movimiento uniformemente acelerado con la ecología, que cuanto te quieres dar cuenta, ya vas tarde. La nostalgia… miras hacia atrás y buff. Ves en blanco y negro, tal y como has empezado a ver la televisión, las noticias, etc, que te gusta pero al mismo tiempo te angustia por cómo ha cambiado todo.

Estoy contento porque este disco está lleno de expresiones de verdad. El hombre ha perdido el instinto, pero en su día hemos inventado el amor, la inteligencia, y en ese plano ciertas personas nos entendemos. No hemos perdido el instinto del todo, pero somos humanos ya civilizados y eso es una mierda. Es la degeneración, con su punto positivo si quieres, pero nos marca ese punto negativo que se lo carga todo. Quisiera ser civilizado como los animales. Por eso, me mantengo en ese punto etílico – romántico, con el café, el vino, la radio…