Revista Sold Out > Entrevista > Sexy Zebras publica Bravo. Una charla entre tintos y patatillas.
Sexy Zebras

Parecen haber encontrado el camino, pero en realidad han encontrado algo incluso más importante: la actitud y el sentido de las cosas en una industria musical en la que nada es casual. La clave, eso sí, está en las canciones, en los hits, y de eso ya iban sobrados Gabi, José Javier y Jesús. Por tanto, Bravo (Warner Music) se ha convertido en el álbum más equilibrado, agradecido, bendecido e ilusionante de los putos Sexy Zebras. Nos fuimos a tomar unos tintos de verano (y unas buenas patatillas) para hablar de las sensaciones y certezas de la sublime banda de los pogos.

*Puedes leer esta entrevista en el formato original de la revista pulsando aquí.

Qúe se siente en un momento así.

Pues estamos bastante contentos, la verdad. Es cierto que ha sido un lanzamiento alargado en el tiempo, de hecho el primer single salió hace como seis meses, pero es un día muy bonito cuando sale el disco entero. Repetimos mucho que hay que celebrar, que es un éxito que tres chavales se junten, pongan ideas en común para hacer un disco, peleen consigo mismos, consigan acabar el proceso… Y ahora, al escuchar el disco hemos detectado mucha alegría en lo que cantamos, en lo que sentimos. Al haber pasado un tiempo, te olvidas del proceso y cuando llega el día de volver a escucharlo, vuelves a revivir las canciones casi más desde el lado de la audiencia. Es un poco sorpresa, y muy grato escucharlo desde fuera. Estamos los tres muy ilusionados.

Os gusta mirar atrás para sacar pecho, más que buscando nostalgia.

Llegar a este punto ha costado una vida. De hecho, es clave ser conscientes de lo que nos ha costado vender tickets, de lo complicado que ha sido conectar con la gente, de darnos cuenta de que hemos tenido que transitar muchas peleas internas, el cómo hemos tenido que reconstruir muchas veces. Hemos tenido que mirar a la cara a nuestra propia credibilidad, y todo esto nos ha dado una perspectiva que nos permite valorar el estado actual en el que estamos, la amplitud de cómo estamos tocando, de lanzar los mensajes con la sencillez con la que lo hacemos hoy, y con la profundidad con la que los hemos construido. Nos sentimos bastante orgullosos del camino, aunque muchas veces ha sido un viaje de permanente lucha contra nosotros mismos. Ha habido mucha búsqueda, nos sentimos bastante encontrados ahora. Estamos en un lugar muy estable, y desde ese lugar hemos aceptado que podemos tener un cuerno torcido, que uno se puede equivocar en los solos, que el otro un día toca más lento y otro más deprisa, y que el otro a veces canta bien y otras veces peor. ¡Y no pasa nada! Hemos aceptado que somos una banda de rock como las de toda la puta vida, o pop o lo que sea, que al final lo somos todo. Por encima de las tendencias más o menos artificiales, de pronto volver a sentir que esta fórmula de trío es tan precaria y al mismo tiempo tan espléndida, que de pronto nos sacamos las dudas de encima. Esto es lo que hay. Nos ha costado veinte años y por primera vez también dimos valor al factor humano. La música se reproduce viva en un momento dado, y luego queda grabada en un disco, pero queríamos grabar juntos, viéndonos las caras, para sentir esa tensión. Al final, en este proceso casi artesanal, de vuelta al origen, nos hemos dado cuenta incluso de la importancia de cómo pegar la púa, de cómo teníamos que acompañar a Jesús cuando levantaba un estribillo. Reencontrarse con esto, que es algo al mismo tiempo tan sencillo y es obvio que no estamos inventando nada, ha sido reconectar con la intención, con los matices en nosotros mismos como compañeros. Jose ha grabado todo el disco con una guitarra, no idealizamos de lo que podríamos tener o no. Este disco ha sido trabajado, claro, pero tenía que prevalecer la idea de que fuese espontáneo, que estuviese tocado de una forma muy directa y de seguido. Una misma guitarra, un mismo bajo, una batería y tres tipos tocando juntos. Es dar valor a eso. Raúl Pérez, el productor, lo tenía claro. Si algo no salía a la tercera o cuarta vez, se pasaba a otra cosa para que no se pervirtiese. Luego dábamos al ok que de inicio podíamos pensar que estaban mal y flipábamos con el resultado para bien. Era algo mágico. Estamos más zen en cuanto a soltar un poco el control y dejar que la vida conecte un microsegundo al menos.

Fotografía: @bea11trice

Esa interiorización se puede casi palpar, sin dejar de lado las guitarras, la seña.

Hay un reto creativo, pero también hablamos mucho, incluso de cómo decir las cosas, tratando de encontrar la fórmula que sintamos más creíble. Vamos a decir las cosas como se dirían normalmente. Aquí entra en juego la inteligencia, las corazonadas, y funciona ser sinceros y directos. Un huevo frito con patatas es lo que es y, si empiezas a echarle más cosas, es un plato que ya no va a estar tan rico. Hablamos siempre del hoy, de este momento, ya que también hemos entendido que la vida es perfectamente mutable y que a lo mejor mañana somos otra cosa. Estamos escarbando más en el qué para intentar luego traducirlo en un cómo que te llegue directo.

Esta forma de plantear el sentido de la banda y de sus canciones ha supuesto una serie de hitos importantísimos, entre las Rivieras y el Movistar Arena.

Si esto nos lo cuentan hace dos o tres años, no es que no nos lo fuésemos a creer, pero creemos que un Palacio de los Deportes va a ser incluso más loco de lo esperado. Ser sinceros, directos, crudos, grabar casi como tocamos en los directos, el poner tanto cuidado en las letras y en los mensajes, está haciendo que la gente se acerque atraída por la autenticidad. Esto lo hemos conseguido siendo nosotros mismos, entendiéndonos entre los tres, y eso lo está entendiendo el público. Las Rivieras y el Movistar son una consecuencia y estamos encantados por tamaño regalo. Cuando el equipo nos propuso hacer el Palacio, por un momento nos chirrió un poco y no queríamos precipitarnos. Estamos muy felices llenando tres Rivieras, de hecho lo estaríamos llenando una, haciendo nuestra música. Si ahora hay más gente que puede venir a nuestros conciertos y se puede hacer una fiesta más grande, pues por qué no vamos a probar, y más teniendo un equipo de profesionales que lo ve factible. En cualquier caso, cuando nos metemos al local es pensando ya en el próximo disco, más allá de que tengamos que preparar el concierto a conciencia. ¿Qué vamos a preparar así como especial? No hay nada más especial que seguir juntos y seguir haciendo discos. ¡Qué mas quieres! Todo esto de lo especial, de contar con colaboraciones, de meter samplers por todas partes… Hay bandas que hacen muy bien esto y hay otras que parece que lo hacen tan solo porque es lo que toca. Es ese pensamiento de que como estamos gastando más dinero, hay que gastar más dinero en cosas, en más músicos o mejores luces, y a veces en medio de todo eso pierdes la esencia. Si la gente nos escucha haciendo lo que hacemos ahora, ¿qué necesidad hay de inventar nada? No queríamos, en ese sentido, que el Movistar Arena fuese ese check de “ahora nos toca esto”. Es una consecución de que hay más peña queriendo cantar nuestras canciones con nosotros. A través del fracaso, de valorar aquellas cosas sobre las que teníamos expectativas y no alcanzamos, aprendemos a asumir las cosas que nos pasan con cierta normalidad. Seguimos yendo en la furgo, estamos contentos, nuestro equipo también, y tenemos ganas de contar otras cosas.

Vuestro público es mayor, y la industria parece abrir sus puertas.

Muchas veces uno culpa a la industria y a lo externo en general de las cosas que no funcionan. Hay un click interno, el nuestro parece activarse en el momento en el que la banda casi se deshace. ¿Queríamos seguir haciendo canciones? Pues vamos a dejarnos de tonterías y vamos a hacerlas. Daba igual si uno toca mal, si otro es gordo o flaco, o si uno bebía mucho o poco. De pronto lo vimos muy obvio, estábamos cargando frustraciones con cosas que al final terminan llegando. Si las canciones tienen que llegar a la gente, terminarán llegando. Esto nos dio confianza, nos liberó, nos permitió catalizar muchas emociones que nos sobrepasaban. Después de ver que bajo esa filosofía había temas que funcionaban, nos tranquilizamos porque sentimos que íbamos por el buen camino. Luego la gente ve las canciones, ve un escenario lleno, pero el gran viaje es personal, individual y como banda, y el hecho milagroso de hacer canciones.

Son canciones desde la literalidad, que cuando hemos llegado a los estribillos, nos hemos mirado a los ojos y nos las hemos cantado a nosotros mismos. Se nos ponen los pelos de punta de contarlo, pero es así, necesitábamos cantarnos y contarnos esas historias para poder continuar. Si una canción nos ha tocado el corazón, ese mensaje fuerte, enérgico que nos contagió a nosotros, contagiará a más gente. El peligro a nivel industria es entrar y empezar a copiar lo que hace el resto de la gente. Eso es el más difícil todavía. Si empiezas a conectar, si consigues saber qué hostias debes hacer, la industria te va a ayudar. Es entender las normas de juego. Un día resulta que simplemente has hecho una buena canción. Nos da una visión de admirar el momento.

Fotografía: @bea11trice

Las últimas canciones que quedaban por descubrir son baladas, ¡y un western!

Esta última canción, Caracol, salió justo el último día que teníamos en La Mina para grabar. Jose se metió con su ordenador a plantear esa idea. Los mensajes de sacar los cuernos al sol estaban sobrevolando, y siempre nos gusta cerrar los discos de forma diferente, y tenía que haber una pista número once. Estaba la idea de Bravo como fuerza, como pulsión vital de amor, de “bravedad”, relativa al hecho de vencer a las putas dificultades y marrones que los seres humanos nos encontramos en nuestra vida común. El símbolo de los cuernos son necesarios para derribar, y sabíamos que esta idea podía darse en algún momento. Había unas melodías por ahí, entonces acabando de mezclar le fuimos incluyendo cosas, a Raúl le habían traído una máquina de casete antiguo… Cierra el disco de una forma increíble, y ha sido tan intro, que el outro del disco se está convirtiendo en la intro de nuestros conciertos. Se ha convertido ya en algo así como un canto tribal que hacemos con todo el equipo antes de salir. Efectivamente, no ha tenido mucha pretensión esta canción, no la teníamos planteada ni pensada, pero en el fondo estaba tan dentro de nosotros, que se moría por salir. Esto lo convierte en el punto más esotérico y al mismo tiempo directo del disco. Saca los cuernos al sol, échale cojones y sal ahí a hacerlo lo mejor que sabes. Ve y conecta tus antenas con la fuente de vida que necesites en cada momento.