Revista Sold Out > Entrevista > «26 años sin venir son muchos, es toda una vida.» Maldita Vecindad regresa a nuestro país gracias al Víve Latino de Zaragoza.
Maldita Vecindad

Es uno de los grandes acontecimientos musicales del año, y restan apenas semanas para que se haga realidad. La mítica banda mexicana Maldita Vecindad y los hijos del 5to. Patio, formada actualmente por los enormes Roco, Pato, Aldo Acuña y Miguel Sabbagh, vuelven a nuestro país tras más de 25 años. Lo harán para conquistar el festival Vive Latino de Zaragoza con su gran formato (el sábado 6 a partir de las 19:30h). Pudimos charlar con Roco y Pato sobre la nostalgia y sobre la muerte, y también sobre activismo, cultura popular y el poder descomunal de la música en directo. Vivir y soñar en comunidad es la clave para ser libres y felices, estados vitales que se pueden ver en los ojos brillantes de estos músicos valientes, veteranos e incombustibles. Hubo tiempo incluso para que nos cuenten la cantidad de proyectos activos que tienen entre manos en torno a Maldita. Una suerte de banda.

Ya casi estáis de vuelta en nuestro país tras casi tres décadas sin pisarlo.

Estamos muy contentos, con la promoción también, de regresar después de tantos años, y más llevando nuestro gran festejo de aniversario. ¡40 años ya! La última vez que estuvimos ahí fue en 1999, y siempre tenemos presente una frase en Don Palabras que dice: “el tiempo vive en la memoria”, y es la verdad. ¡Cómo uno se puede ir treinta años atrás y tener el recuerdo fresco! Un año después de la gira conjunta de Calaveras y diablitos (1998), tocamos en el Festival Espárrago Rock en Jerez de la Frontera. Estuvo increíble, compartiendo cartel con Cheb Khaled, Zebda, Mad Processor o con Sargento García.

Fue algo alucinante. 26 años sin venir son muchos, y es un número altísimo para como vemos la industria hoy. Es toda una vida, y la de cosas que han cambiado desde la última, empezando por aquel mundo pre-digital, que ya para muchas generaciones de hoy en día es un mundo impensable. Un mundo sin celular, sin internet, donde la música la encontrabas conociendo a amigos medio locos con el mismo corte que tú. Es un mundo totalmente distinto.

¿En qué modo ha podido modificar esta evolución global a una banda como Maldita Vecindad?

En estos días, la pandemia que vivimos fue el síntoma más directo de que vivimos en sociedades profundamente enfermas, donde vence la desconexión con nosotros mismos, la soledad, el consumismo, la depresión… Viéndolo con distancia, estamos viviendo ahora el paso de la música en dos niveles: por un lado está convirtiéndose cada vez más y de forma absolutamente impensable en una fábrica de objetos en serie, programada por toda una industria que está generando millones y millones de canciones y, por otro lado, vemos un proceso muy grande en las sociedades, y es que se está empezando a ver la música, no como entretenimiento (como dicen los gringos), sino como identidad, memoria, sanación, historia.

Nosotros no hacemos música para entretenernos, ni a nosotros ni a nadie, es una necesidad profundísima de identidad. Cuando empezamos a juntarnos, no había la música que queríamos, no existía, o al menos no una que fuera profundamente mexicana, popular, con el mambo, con la cumbia, con todos nuestros valores culturales, y que, al mismo tiempo, tuviera la fuerza del punk, la filosofía del hazlo tú mismo. Un poco al estilo de esa mezcla tan poderosa de Fela Kuti con su afro-beat, cantando en su lengua. Como eso no existía, nos pusimos a hacerla, porque realmente necesitábamos esa música que nos identificara a como mexicanos jóvenes de ese momento. Así surgió nuestra música, y el periodista español Diego A. Manrique, tras vernos en vivo, definió nuestra música como rock mestizo.

Sentimos que eso que amamos, el rock mestizo, fue la gran semilla que se diferenció de lo que por entonces llamaron world music (que para la industria era Stewart Copeland yéndose a África tres meses y grabando un disco ahí y ya). Pasó que comunidades y seres humanos con corazón, mente, historia y tradición, empiezan a encontrarse y a apropiarse de otras músicas para integrarlas en su cultura. Empiezan a hablar en su propia lengua, como una necesidad cultural, incluso con lenguas no oficiales, como Almamegretta, banda italiana que cantaba en napolitano. O el mismo Fermín (Muguruza) cantando en euskera. Nos gusta mucho el trabajo de C. Tangana, y su música sería impensable si antes no hubiese surgido Manú, Ojos de Brujo y todo lo que se fue formando antes.

Lo que hacíamos era raro, mexicanos cantando en su idioma, mezclando su música popular, y ahora es algo normal. De hecho, en los 90 todavía la música inglesa y norteamericana dominaba a nivel internacional, y ahora, veintitantos años después, las músicas que dominan son latinoamericanas, con el reggaeton y el regional mexicano. El mundo ha dado una gran vuelta. La industria tratará a la música siempre como mercancía, robándonos su gran poder, pero estos grandes movimientos, fusionando electrónica, funky, es algo que vemos muy activo, y por eso estamos muy contentos de regresar ahora. Es un nuevo momento, donde la fuerza reside en ese momento mágico, único e irrepetible que es el directo.

Nos hemos dedicado a tocar la música en nuestras comunidades, en nuestras escuelas, no solamente como se entienden ahora las cosas desde la industria como el gran festival o la gran gira. México sigue siendo surrealista, nosotros tocamos en ferias de pueblo, en universidades, en manifestaciones, y obviamente en los grandes festivales. Nos ha mantenido vivos esto de llevar la música a los sitios y nos da la sensación de que la música actual en nuestras sociedades va a tener un papel mucho más importante, ya no como entretenimiento, sino como patrimonio de la humanidad de nuestras culturas, como espacios donde verdaderamente podemos ser libres a través de nuestros propios pilares culturales.

Una sociedad sana es una sociedad que tiene espacios de purificación, por ello cuando tocamos se producen slams, los círculos con todo el mundo corriendo, dos horas de eso es la mejor terapia. Acabas agradeciendo a la vida. Por eso México está lleno de celebraciones, de fiestas. Es una sociedad con muchas contradicciones, pero con muchos espacios culturales donde se libera todo eso. Esto choca con esa música industrial que quiere homogeneizarnos, adormecernos, mantenernos en la línea.

Aquí ocurre eso en muchas regiones.

En el hip hop español encontramos muchísima lírica que ha tenido continuidad en otros formatos, en ese acontecer histórico que se da en los barrios. A C. Tangana lo citamos porque en México ha sido muy popular, como Residente, que nos ha conectado muchísimo también desde la lírica. Es vital mencionar a los grupos indígenas de México que cantan en sus propias lenguas, algo extrapolable a España con sus diferentes idiomas. Es algo natural cantar en nuestras hablas y tiene que ser lo normal. Incluso con sus ropajes típicos, que es un acto de rebeldía que va más allá de los estereotipos del rock, con la típica chaqueta de cuero, el número de la bestia y demás clichés.

Hay otras formas de resistencia que nosotros nos hemos ido encontrando a lo largo del camino, y una de ellas es el pachuquismo, que es la cultura transfronteriza que en su momento de posguerra manifestaban una posición política y social de no ir a una guerra que no era de ellos. En época de austeridad, vestirse de esa forma, con ropa holgada, con la invención de su propio lenguaje (el espanglish), y con esa mezcla de influencias musicales con presencia también de la cultura afroamericana, además de la cultura latinoamericana vía MX. Siempre hemos reivindicado el pachuquismo como una forma de resistencia y de rebeldía cultural que asumimos y que hemos ido transformando con la banda, y que sigue viva. El movimiento en lo profundo en España siempre nos ha conectado muchísimo y también nos nutre.

Os entrará la nostalgia en este punto al recordar a músicos que ya no están.

Nuestro hermano Sax siempre está presente en todo momento a través de la música que hicimos juntos, las composiciones e incluso las gráficas, ya que Maldita Vecindad siempre ha sido un trabajo 100% colectivo. Él es una parte muy importante y e insustituible dentro del trabajo de Maldita, y sigue presente a través de esas canciones, que es la mejor forma de mantener su memoria. Es la parte culminante de lo que hicimos juntos. Seguramente ahora estará en otro lado gozando con esa música que ahora vamos a compartir con todos en España.

Siempre creamos un espacio en nuestros conciertos en modo acústico en el que elevamos un rezo por todas las almas de los que amamos y que aunque ya no están en este plano, sí lo están en nuestra mente, en nuestro corazón. Escogimos para ello una canción hermosísima de la música popular oaxaqueña. A veces nos quedamos cortos frente al duelo y todo su significado, pero esa canción dice perfectamente lo que pensamos y sentimos. Se llama La Martiniana.

¿Esta aventura internacional os animará a lanzar nuevo material?

Pronto lanzaremos una canción muy precisa para este momento. También editaremos al fin el disco de 1994 (producido por Bill Laswell), y tenemos entre manos algo que puede ser un documental. Incluso estamos preparando un musical con canciones de Maldita.

[ Lee más entrevistas pulsando aquí. ]